miércoles, 30 de mayo de 2018

Los marcianos vienen por mi amigo

Diseño Jonny Linder

A veces llegan las noticias y por lo general son malas, cuando una buena asoma la mirada dura muy poco y pasan sus efectos a otra página. A veces llegan los marcianos y sin que nos demos cuenta beben café a nuestro lado en La Inter, allá sobre 16 de septiembre; ellos se disfrazan como humanos y como quien pide la hora en la calle se van acercando cada vez más a nuestra humanidad. Las noticias y los marcianos son una misma cosa, la dupla representa lo extraño y lo inesperado. Lo extraterrestre que orbita los sentimientos y el mal sabor de boca que deja un recado desagradable.



Hoy salí con mi bolsa de universidad y dentro de ella iban las prisas que últimamente no me dejan un solo minuto. Además yo soy una persona que camina muy lento, que se mueve con parsimonia, que siente que mientras más despacio haga las cosas más se conecta con la tierra, de donde precisamente me quieren sacar los marcianos y las malas noticias. Decía que salí rumbo a la universidad y supuse que mis estudiantes estarían esperando ansiosos; así se quedaron. Aún estaba lejos de la facultad cuando tras la ventana del colectivo en el que viajaba vi a mi mejor amigo de cuando la carrera. Completamente estático, mirando hacia ningún sitio. Ahí estaba, fumando y bebiendo cargado en el mismo expendio de siempre, en el que nos deteníamos a esperar a que pasara el tiempo o lamentarnos por el mal clima.

Se veía cansado, con los cabellos sueltos al aire y la brizna que se apresuraba a caer. La barba de varios días y su gabán negro, el mismo que le regalé en la graduación porque se estaba muriendo de frío en medio del salón y muy cerca de la chica que le gustaba. Sencillamente él reflejaba su peor versión por estas fechas. Me acerqué para saludarlo y sin más me reconoció. Me dijo que ya me había visto en otras ocasiones pero que por pena no me abordaba. “Que bien que lo hayas hecho tú”, externó y yo le sonreí. Me senté a su lado y le pregunté cómo estaba. “Mal”, respondió mi amigo con gabán y cuando le pregunté por qué me sentí un poco preocupado. “Es que hoy vendrán los marcianos por mí y me llevarán con ellos. Y yo no quiero irme, me agrada la Tierra”, dijo seguro y sin un gesto de locura. Pero me equivoqué, mi amigo estaba siendo vigilado a la distancia por dos enfermeros mole.

No supe qué hacer. Entendí que no podíamos seguir charlando, si es que lo habíamos hecho en algún momento. “Me tengo que retirar” le dije y me puse de pie. “No te vayas”, dijo y agregó “quédate conmigo un rato más. Si quieres te invito a un café”, me ofreció para convencerme y lo logró.

Tenía dos opciones para seguir a su lado, o bien que yo me volviera loco y sintonizarme con su galaxia o que él se volviera cuerdo y tuviera el mismo dial que yo. Pero bueno, lo conozco bien y sé que es un necio, así que tomé la decisión.

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