miércoles, 30 de mayo de 2018

Reseña #4: “La Paloma” de Patrick Süskind


El autor:
Me gusta la vida que hoy lleva Patrick Süskind, alejado de los reflectores y los periodistas culturales que quieren entrevistarlo. Con la plata que se ha ganado se puso una cabaña junto al Lago de Starnberg, en Baviera. O sea que cada mañana al despertar ve mucha agua, muchos árboles y poca gente. Sobre todo, poca gente, o casi ninguna cuando los turistas regresan a sus oficinas de modernidad en sus camionetas familiares.



Estuvo interesado por la historia, pero desertó de la universidad, así de una, sin avisar y sugiriéndole a un profesor que se metiera los libros por el… (No, no, no. Eso último me lo he inventado yo). No se graduó y punto. Así que se mudó a París, como la mayoría de los chicos de su generación que se querían convertir en artistas. Escribió para radio y televisión, pero sin ningún éxito importante. Al menos su máquina de escribir le daba para comprar pan francés, vino de los buenos (pero de los más baratos). ¡Estaba en París, qué mierda, yo dormiría en la calle por poder escribir ahí! 

En 1985 publicó la super-mega-turbo-ultra-novela llamada “El perfume” que todos leímos ahuevo en la preparatoria porque la maestra de Literatura lo estaba leyendo por esas fechas, y desde entonces la profe comenzó a pintarse el pelo de rojo sin llegar a escarlata. ¡Pum!, nuestro autor salta a la fama del mundo mundial y cambió un cuartito de dos metros cuadrados por un apartamento chingón y con ventanas que miraban hacia la Torre Eiffel (esto último también me lo he inventado). Pero contrario a lo que harían mis amigos “Jóvenes creadores” del FONCA, Patrick se aisló de los reflectores y evitó salir en televisión y dejarse tomar fotografías. O al menos lo evitaba lo más que podía. Para dar un ejemplo: no fue al estreno de la película homónima de su novela. Oiesama...

Y en 1988 escribió “La Paloma”, la novela psicológica más pinche chingona que he leído este año. Apenas pueda la voy a recomendar para mis estudiantes cuando alguna universidad mexicana me contrate a mi regreso. ¿Hay alguna por aquí que se interese en mis servicios? No dejo Series de [Nesflis] como tarea.

Mis intereses:
“La Paloma” es un respiro a unos tabiques que por estas fechas tengo en mi escritorio esperando a ser leídos. Pero debo confesar que no lo tenía en una lista. En el Desván desde donde ahora escribo hay un librero que no me pertenece, pero al que me asomo constantemente para ver qué encuentro. Ese rincón es un bosque que estoy explorando lentamente y encuentro cosas como la obra que hoy reseño, o lo que esto termine siendo. La encontré entre “La dama del perrito” de Anton Chejov y los “Cuentos de media noche” de Pedro Baquero. Vi el libro y me gustó como objeto de arte, lo olí y percibí un poco de antigüedad, de olvido, de lectura de hace muchos años. Me gustaron las raspaduras en sus bordes, el poema de Mario Benedetti escrito en la primera página. Algo había ahí que decidí leer la historia. 

Ojo, que todo esto lo hacía con una mano mientras que con la otra sostenía el café Tostao´ (les que juro esta cafetería no me paga por nombrarlo en esta reseña… ¿o sí?) que doña Carmenza me había preparado con mucho cariño y sobrada atención. Así que ese instante me motivó a dejar en intermitencia mis lecturas programadas y me senté en un sofá ubicado en la ventana que deja ver la Cordillera Central en el horizonte.

Ojalá que uno de mis amigos escritores escriba algo parecido a lo que Patrick Süskind me ofreció en estos últimos tres días. 


De qué va el libro:
No me gusta el spoiler en las reseñas, de hecho me cagan. Así que comentaré generalidades: a JN (son las iniciales del protagonista) los nazis le asesinaron a sus padres, esto por los años cuarenta. Él era un niño. Sale avante como puede (y eso para mí lo convierte en un personaje chingón nivel asiático) y conoce a una mujer con la que se convierte en papá. Pero la mujer lo abandona. Así nada más, como lo hace el ser humano cuando por corazón tiene una pinche víbora enrollada. Su fe en los hombres como especie humana se viene al suelo. Yo creo que con mucha razón.

JN empaca y se larga a París y se convierte en conserje de un banco. Comenzó a vivir en un cuarto de pensión (¡en la madre, como yo en estado postuniversitario!) y no le hablaba a nadie, no tenía amistades y su vida se traducía en la monotonía: trabajo, casa, trabajo, casa. Pero un día apareció una paloma frente a su pensión y esto lo derrumbó emocional y físicamente. Tenía miedo de salir, de ver a aquella ave a su paso. Pues se escapó de su cuarto de pensión y se fue a vivir a un hotel. Y miren lo que son las cosas: en la entrada de su hotel había un clochard en las mínimas de dignidad y también suceden cosas (“ahí la dejamos, al rato te cuento” como dice el Bronco).

Patrick Süskind 

Mi opinión:
¿Qué puede significar la paloma en la novela de Patrick Süskind? Definitivamente es una alegoría a las vicisitudes de la vida cotidiana que es perra y muerde antes que ladra. Es la existencia que llama a la puerta y en cuanto uno le abre se cuela entre las sábanas y no sale. Uno cree arrojarla por la ventana y al voltear la encuentra de nuevo recostada y marcando su silueta en el tálamo. 

Y uno como hombre se viene abajo, se busca la cuerda que lo mate, se busca el amigo que lo salve. La cosa es que no siempre hay alguien que auxilie en esos momentos. ¿Qué toca hacer? Pues buscarse el superhombre en la alacena o en el armario, o salir huyendo. Sí, huir como huyen los valientes. La lucha es contra los que nos han dicho que esta acción es de cobardes, que salir corriendo y azotar la puerta no es cosa de un hombre moderno. ¿Qué jodido no?

Lo que en este libro se cuenta es una metáfora de la existencia humana (no me mencionen a Sartre que los elimino de mi lista de amigos del [feis], sean serios): lo diminuto, lo mínimo, lo insignificante, puede desencadenar un terror inimaginable en la vida de un hombre cualquiera. Uno que es profesor de psicología en una universidad y que sin más hizo su maleta y se subió a un avión con destino en la selva amazónica. 

Brevedades del libro:
Está escrito con la tercera omnisciente, pero de pronto pasa a la segunda y le susurra cosas a JN, como si el narrador quisiera advertirle de que nada va a pasar, que son imaginaciones suyas. Hay un instante en que la segunda persona le explica que en los peores momentos se sobredimensionan las cosas que uno vive. JN no lo escucha. ¡Putamadre! Se rinde la voz y vuelve a la tercera omnisciente. Una chingonería de novela que recomiendo a mis estudiantes (¿todavía los tengo?).

¡No se mueran nunca!

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