viernes, 18 de febrero de 2022

“Ética y política en Karl Marx” de Gerardo Ávalos Tenorio

 

Como estos son unos cometarios a la luz de la teoría psicológica, comenzaremos diciendo que la psicología intenta dar cuenta del comportamiento humano en tanto patrones de conducta, para ello descifra la relación entre motivación y emoción, sensación y percepción, pensamiento y lenguaje, imaginación e inteligencia, desarrollo y personalidad y aprendizaje y memoria. Aquí están los bastiones teóricos con sus modelos en los que reposa el estudio y la práctica de esta ciencia derivada de la filosofía, como casi todas las disciplinas que disertan en torno al lugar y el papel del hombre en el mundo que le cupo en suerte. No obstante, hay una dimensión empírica de todo esto y está en la vida misma, es decir, cuando los individuos se despiertan y comienzan a desplegar sus rituales matutinos y desquitan así la vida cotidiana: ducharse, ir de camino al trabajo, quedar con alguien en algún bar después de la oficina y por las noches, con suerte o sin ella, irse a la cama solo o acompañados. Los niños, las mujeres, los adultos, los exiliados… todos, en cierta forma, acudimos a los patrones de conducta. En suma, hay una estructura que nos abraza y por eso mismo la hace susceptible de ser estudiada y explicada.

Sin embargo, los márgenes metodológicos y epistemológicos de esta “ciencia del comportamiento” se encuentran en las razones ideológicas que, ocultas ellas, sostienen de forma sustancial lo que todos nosotros hacemos diariamente. Es decir, la deontología de la psicología no es suficiente para explicar por qué un psicólogo decide deducir ciertos valores respecto a una conducta observable de un sujeto; dicho de otro modo, a esta ciencia le hace falta una ética y una política que la haga atravesar la masa teórica que la sustenta y le permita desplegarse con más potencia en el mundo de la vida de sus sujetos de observación. Así las cosas, la psicología con su partida gnoseológica no va a llegar muy lejos cuando intente explicar de qué van las “normas de conducta moral” que abrazan a las sociedades modernas.

Esta nota psicológica con la que hemos comenzado adquiere sentido aquí de la siguiente manera: en “Ética y política en Karl Marx” (UAM y Editorial Terracota, 2021), el Dr. Gerardo Ávalos Tenorio sostiene que la ética de Marx no se reduce a una moral revolucionaria, sino que permite explicar desde una lectura filosófica las “razones de las normas de conducta moral” con la que los individuos experimentan su vida a niveles cotidianos en los tiempos que estamos experimentando. La apuesta, entonces, consiste en buscar una ética y una política en la obra del teórico alemán para comprender el mundo actual que se presenta “más violento, con mayor poder en manos de la clase dominante” y donde las grandes empresas y los grupos de poder acumulan una cantidad inconmensurable de dinero. Esto es interesante porque los objetivos financieros de la oficina de mercadotecnia de la persona que se ducha por las mañanas y regresa por las noches para seguir trabajando, pueden ser rastreados hasta estos actores económicos que se han mencionado aquí. No se trata de reducir a que todo tiene que ver con todo, ¡es el capital, estúpido!

Nuestro autor comienza explicando en qué consiste el materialismo idealista de Marx, y es suficientemente pedagógico al hacerlo, porque se pregunta dónde está la materia de ese materialismo, y claro, se aleja de la frívola respuesta de aquellos que sostienen un realismo ingenuo al respecto; él dice que la materia “es la que se adhiere, en unidad binaria, a la forma”, esto es, que la forma es la idea que le da sentido a la materia trascendiéndola. Claramente, aquí se alude a la influencia hegeliana en la elaboración teórica de Marx, sin embargo, sigue nuestro autor, este recela de aquel en su persistencia de comenzar por el concepto y retornar al concepto; de esta forma, Hegel soslayaba la vida en sí, la experiencia corporal y el desasosiego de los individuos que hemos ejemplificado más arriba. Todo esto es la base fundamental para entender el “mundo real”, así que, al subsumirlo a un concepto, que es la parte racional de la teoría, no queda claro que sea la mejor salida.

Ahora bien, qué es lo que logra Marx con este materialismo idealista: descubre que “las cosas toman el lugar de los hombres”. Esto es la “forma valor” y se despliega de la siguiente manera: las relaciones de los individuos están mediadas por el lenguaje del dinero y la mercancía, es decir, el precio de las cosas; Ávalos Tenorio confirma aquí la idea de un mito en todo esto, o por lo menos de una ficción: ¿Qué es el lenguaje del dinero y de la mercancía? ¿Cómo se puede conformar un lenguaje de este tipo y cuál es su objetivo en las relaciones humanas? Tiene que ver con la “identidad de las personas” que, envueltos en esta trama, se confirma a partir de abstracciones, es decir, de palabras que explican algo que no es real pero sí simbólico. Así, “el sujeto retorna investido” dice Tenorio, y asume un nombre con el que puede llegar a pertenecer a ciertos grupos.

Aquí, “Ética y política en Karl Marx” ya nos está planteando un problema ético, por ende, filosófico. Nuestro autor, que ya ha puesto sobre la mesa el escenario en que el hombre actual está experimentando la vida, requiere pasar a una política para poder explicar lo que ha venido describiendo. Sin tapujos: el mundo está dominado por el capital, que es “la totalidad de sentido de las prácticas humanas más diversas”, entre estas están las que hemos descrito antes. Para Tenorio la situación resulta peligrosa: se ha fragmentado el carácter humano, este ya no encuentra una relación directa o de consecuencia entre el valor de uso y el valor de cambio, entre su trabajo y su resultado, entre el hecho de ser humano y la naturaleza del que es abstraído, etcétera. Es decir, el ser humano ya no encuentra consecución de su tarea en el mundo; quizá aquí venga a cuento la pregunta existencial: ¿Qué caso tiene seguir haciendo las cosas cuando no me entero en qué terminó la fuerza corporal e intelectual que imprimí en ellas? ¡Es el fetichismo, estúpido! Podríamos decir que esto es psicología pura, sin embargo, el autor advierte que se trata de filosofía política.

El trabajador saca minutos de su vida para la “reproducción del valor de la mercancía”, esta vida es también el capital y, a decir de nuestro autor, “la vida del capital representa la muerte del trabajador”. Esto qué quiere decir, que los individuos no reconocen el capital como relación de dominio y control, no obstante, siguen exprimiendo de sus vidas cotidianas todo el jugo que sea menester para seguir contribuyendo a los objetivos financieros de la empresa o la fábrica para la que trabajan. Psicológicamente hablando, los recursos cognitivos del trabajador para caer en la cuenta de que las consecuencias ya han trascendido a las causas (Žižek) en su existencia, han sido suprimidos, y en buena medida esto se logra con su participación inconsciente, porque la dominación en la modernidad a diferencia de otros tiempos, a decir Ávalos Tenorio, en ella los humanos se dejan dominar, le rinden tributo y someten sus vidas al capital.

Marx es un filósofo de la modernidad, no cabe duda, junto con Nietzsche sospecharon de los orígenes de la ideología. La burguesía no era el pináculo de la razón, en última instancia fue la versión más sofisticada de la explotación de clases. Nietzsche también sospechaba de una histórica dominación, pero a diferencia de Marx, no había ninguna posibilidad de emancipación; su nihilismo prevaleció, mientras tanto el proletariado era la alternativa del autor de "El capital". Esto es lo que Gerardo Ávalos reconoce como la “contradicción del capitalismo” y lo que podríamos denominar la estructura relacional de la psicología en la condición humana. El autor del libro que nos convoca busca con una ética y una política en la obra de Marx una lucha frontal contra “la mera ideología [que] sustituye lo racional por falacias dirigidas al sentimentalismo, las emociones, las pasiones, los afectos, a fin de generar una simpatía moral”, lo que también podría significar un vaciamiento de los contenidos críticos de la modernidad en torno a las relaciones humanas de tipo vincular y las que están normadas socialmente.

Ávalos Tenorio nos dice que el “método científico correcto” del filósofo alemán, para poder descubrir eso que no está a la vista pero que aun así existe y su potencia de control es grande ─la ideología, por ejemplo─, consiste en observar y analizar “los momentos simples” que, igual que con Freud y Nietzsche, ocultan los subterfugios, la latencia, lo dionisíaco y la voluntad, de aquello que es manifiesto en el mundo real. Se trata, diríamos nosotros, de la fenomenología de la vida cotidiana donde los referentes de éxito son el dinero, la vestimenta, las propiedades y la aparición en redes sociales de los individuos que reflejan su existencia a partir del trabajo.

Finalmente, y como estos comentarios son a la luz de una lectura desde la teoría psicológica, podemos decir que la psicología, en última instancia, es la ciencia que da cuenta del comportamiento humano a partir de patrones de conducta puestos a prueba en las relaciones intersubjetivas en las sociedades modernas, donde es insoslayable, según la exegesis de Ávalos Tenorio, el dominio del capital como relación de dominación y subordinación.

 

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