domingo, 28 de febrero de 2021

“¿Por qué el psicoanálisis?” de Élisabeth Roudinesco

 


En la maestría hice mi tesis sobre el discurso freudiano y el problema del método en el psicoanálisis. Mis hipótesis eran modestas, pues en menos de ciento cincuenta páginas sostuve que si bien la asociación libre fue producto de modificaciones ulteriores a la catarsis que practicaron Freud y Breuer, tan bien es cierto que la inauguración del psicoanálisis no se fundaba completamente en ella. Esto quería decir, según yo frente a mi directora de tesis y los sinodales el día de mi examen de grado, que con mi lectura crítica de un conjunto de obras de Sigmund Freud y de la mano de Michel Foucault con su historia como disrupción, encontré textos psicoanalíticos incluso desde su famoso Proyecto y mucho antes de La interpretación de los sueños. Sin duda que esto me metía en un aprieto, pero logré convencerlos de que no estaba muy equivocado bajo el siguiente argumento: si considero el contexto histórico para clarificar la emergencia del psicoanálisis, entonces lo que tienen que hacer los psicoanalistas o freudianos actuales es defender el pathos del siglo XIX y no el discurso atemporal freudiano, y eso, muchachos, sería un absurdo. Dijeron que sí, que estaban de acuerdo, y fueron los diez minutos más largos de mi vida en un auditorio donde casi nadie fue a verme actuar.

Cuento esto porque desde la carrera quería escribir algo sobre psicoanálisis, pero no de psicoanálisis. Después de mis informes de prácticas profesionales en el pregrado encontré la oportunidad en la maestría en Metodología de la ciencia y en el énfasis en Historia de la ciencia y las ideas científicas. Mi directora de tesis estaba de acuerdo en todo lo que le enviaba por escrito, sobre todo durante la segunda parte de mis estudios, pero me advertía “tienes un problema metodológico muy grave, chico”, sus ojos siempre atravesaban mis fruncidos en defensa, “¿cómo puedes convertir a Foucault en un método para historiar una idea en la historia del psicoanálisis sin que el que te ofrece el método, o sea Foucault, no sea el mismo que te esconda el objeto de estudio?”. Lo que parecía un chiste era en realidad un problema difícil de resolver, más aún cuando ya había terminado la primera versión de mi tesis que terminamos por eliminar completamente. Me explico.

La premisa es que el psicoanálisis de Freud es método y también es una epistemología. Es decir, es una ciencia autófaga, no para destruirse, más bien para comerse ella misma cuando alguien viniera a buscarla y ajustar cuentas. Karl Popper fue el primero en defender esta idea. Pues bien, con Foucault sucede exactamente lo mismo, así que lo que mi directora de tesis quería advertirme después de la primera versión era que la contingencia y el acontecimiento son excluyentes, Foucault me ayudaría con eso, a eliminar lo contingente para hacerlo continuo. Tiempo después, ahora en el doctorado, leí a Zizek y entendí que “el acontecimiento es una consecuencia que ha trascendido a su causa”. Listo, problema resuelto desde el presente para el momento que comencé con mi segunda versión. ¿Por qué? Porque no escribí una sola página de mi tesis basado en el contexto, sino en una idea en la historia del psicoanálisis de la que tiré incansablemente sin ver sus contingencias. Al final fueron tres versiones.

Y ahora me encuentro con ¿Por qué el psicoanálisis? (Paidós, 2018) de Élisabeth Roudinesco (París, 1944), publicado en 1999. Claro, me pregunto por qué no lo leí antes, sobre todo porque ella clarifica en tres ensayos buena parte de mis dudas de entonces. Veamos por qué: la nuestra, advierte, es una sociedad que en la depresión expresa su malestar psíquico. Experiencias como el placer, el amor o el erotismo, que dan forma a la subjetividad, se padecen más de lo que se disfrutan en las relaciones humanas vinculares. Las neurociencias, afortunadamente, no han logrado sustituir estas cualidades humanas por la ingesta de drogas farmacológicas, pero bien se sabe que se han vuelto necesarias para que las psicoterapias resulten efectivas y alivien así el peso de la existencia de miles de hombres y mujeres de nuestra sociedad capitalista contemporánea.

No se puede estar más acertada en esto. Pero leo y pienso en mi método: la sociedad capitalista contemporánea no ajusta el argumentario freudiano, no lo trae el presente, pero sobre todo no le da cabida a sus más voraces e inteligentes críticos de ayer y de hoy. ¿Por qué? Porque el psicoanálisis no es una ciencia de lo contingente, ciertamente tiene un momento de acontecimiento en 1899 con La interpretación de los sueños, pero en realidad tiene una pre-historia o un pre-psicoanálisis que nos permite dar cuenta que los hombres y las mujeres ya eran trágicos antes de que Sigmund Freud viniera a finales del XIX a recordárnoslo. Así que, ¿Sigmund Freud hizo un descubrimiento? Sí y no fue el inconsciente, pero sí fue la sistematización de la fenomenología de lo inconsciente, de tal forma que cuando hablaba de lo inconsciente acudía a los mitos y volvía a las leyendas y entraba a la narración de los sueños, de esta forma, con la atemporalidad de lo inconsciente, jamás se perdía el discurso. Hablamos de un poco más de cincuenta años de producción intelectual y teórica.

Roudinesco ha sido una defensora del psicoanálisis a veces, pienso, hasta de lo indefendible en esta historia. Defiende a capa y espada a Freud y Lacan, por eso sostiene que la sociedad es una que está deprimida y el capitalismo ha preferido las drogas prescritas para eliminar la subjetividad y poner el individualismo como referente de éxito; asimismo discute con genios y cretinos para disputarse el inconsciente contra, otra vez, las neurociencias que algo tienen contra el psicoanálisis que no paran de hacerle la guerra y, lo reconoce ella, ganar más de una batalla. Claro, Roudinesco nos dice que el porvenir del psicoanálisis no es halagüeño y en parte los responsables son los mismos psicoanalistas y las sociedades de psicoanalistas radiadas por todo el mundo. La autora sabe que navega sola en este campo de batalla, porque su historia del psicoanálisis es la biografía del psicoanálisis. Quiero decir que la historia que practica Roudinesco es la de los personajes que, según ella, fueron los que hicieron la historia. La suya es una piscohistoria del psicoanálisis. Como se puede ver, la tarea no es fácil y los próximos cincuenta años serán determinantes para esta disciplina que según ella es una ciencia, y que nada de lo que diga Popper u otro genio que debiéramos escuchar con atención le van a hacer cambiar de opinión. Eso es de admirar, qué demonios.

Actualmente escribo sobre el trabajo, particularmente sobre el hombre que trabaja en la sociedad capitalista contemporánea. Según lo veo yo, mi tesis de doctorado es sobre el precariado, y las pistas que tengo hasta ahora es que la subjetividad en estado de represión que se estaba disputando Freud a finales del XIX es la misma que a finales del XX quería vindicar Roudinesco en la sociedad de consumo. Una camada de estudiantes imberbes, entre los que me encuentro, tenemos una idea de la que tiramos fuerte: en el comienzo del XXI la disputa de la subjetividad está en lo político y en la sociedad de los trabajos de mierda y precariado. 

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