jueves, 17 de febrero de 2022

"Discurso político, utopía y memoria popular" de Laurent Aubague

 


"Discurso político, utopía y memoria popular" (IIS, 1985) es un ensayo publicado por Laurent Aubague en 1985; en él quiere dar cuenta de las “imágenes utópicas presentes en el conflicto juchiteco” que permitieron que la alianza entre la COCEI y el PCM se hicieran de la presidencia municipal de 1981 a 1983. El método desplegado es un análisis del discurso desde la antropología de lo imaginario, es decir, aplicando una suerte de “fenomenología inspirada en el psicoanálisis”. El elemento empírico de este trabajo es un artículo publicado en 1981 intitulado “Momentos políticos en Juchitán” en el periódico independiente “Hora cero”, el autor es Fernando Contreras y, a decir de Aubague, este comunicador prende mostrar las “razones históricas de la victoria de la COCEI en Juchitán”.

La hipótesis de Aubague en este ensayo parte de una premisa básica de la comunicación política: si el discurso político es el que sostiene la actuación política que busca ciertas aspiraciones, entonces su andamio son las “estructuras ideológicas”, los mitos, las utopías y la memoria histórica, que permiten que la potencia estratégica del discurso se despliegue en la práctica. ¿Qué significa esto? No es complicado: la utopía remite a lo imaginario y por eso mismo reposa mayormente en un mito, es decir, la utopía siempre busca un lugar distinto al que se encuentra y considera que es mejor que aquel que le cupo en suerte, así es como se convierte en una especie de “discurso social representativo”. Ahora bien, si esto es firme y consistente, abraza al elemento argumentativo del discurso político, es decir, el manejo del lenguaje, los niveles de persuasión y convencimiento.

Tenemos, entonces, que argumento e imaginario, o sea, estrategia y utopía, son fundamentales para todo discurso político. Pues bien, para Aubague esto es precisamente lo que hay en el artículo “Momentos políticos en Juchitán” de Fernando Contreras. Se da a la tarea de analizar el título y cada uno de los párrafos, siempre buscando los elementos hipotéticos: mito, utopía, epopeya, memoria y actor colectivo. Y tiene mucho sentido, porque el artículo parte de un mito para darle significado: “la raza zapoteca siempre había sido libre” dice Contreras, por esa razón, cuando sintió que alguien quería imponer su poder sobre ella decidió enfrentarlo determinantemente. Aubague sabe que el periodista tiene que comenzar por el mito para completar lo que hace falta en la historia, que en buena medida es el objetivo de los mitos, no son verdades, sin embargo, son realidades simbólicas.

Fernando Contreras, ahora sí, puede pasar a la epopeya y afirma que la tierra que los zapotecos ocuparon fue arrebatada a los huaves, eso significa que la raza de la que proceden los juchitecos sabe en qué consiste la dominación. Aquí el problema, según se plantea en el ensayo, es que se trata de no ser dominados en el presente, aunque históricamente los zapotecos hayan sido dominadores para sentirse libres a costa de los huaves. La epopeya que se encuentra en “Momentos políticos en Juchitán” dan muestra de los largos recorridos que hicieron los zapotecas y donde sostuvieron violentas batallas de las que salieron victoriosos, no sin la pérdida del héroe que se quedó inoculado en la memoria colectiva y en el imaginario mítico. Es decir, el periodista comienza con el mito que refiere incluso antes de cristo; nada efectivo sostiene el planteamiento, pero los zapotecas de entonces y los juchitecos de ahora, no mueven un solo dedo para reajustar el imaginario que muy bien les acomoda. Vamos, no es mala idea, pero en última instancia, cuando se pasa de la epopeya y se llega a la historia en tanto ciencia, las cosas comienzan a cambiar, y ahora sí, toca hacer algunos ajustes de tuerca a la narración, al discurso que pretende alimentar para después desplegarse como estrategia de lucha en la arena política.

Fernando Contreras llega demasiado tarde, pero de manera inteligente, al conflicto juchiteco en su comunicado, lo hace después del mito, de la epopeya y de la historia disidente. Pero, al parecer, y aquí estoy de acuerdo con Aubague, solo de esa manera Contreras podía encontrar y explicar las razones que llevó a la COCEI a la primera victoria socialista en todo el territorio mexicano. Lo que quiero decir es que “Discurso político, utopía y memoria popular en Juchitán” en tanto ensayo hermenéutico descubre que la estructura ideológica y cultura de un movimiento popular se encuentra no en el pasado inmediato, sino en la historia milenaria e incluso bíblica. Es este un caso especial de la comunicación política, por su puesto, porque el pasado real, es decir la historia, se tiene que convertir en mito para que el asesinato de un dios zapoteca sea análogo a la desaparición de un líder popular. Ciertamente, ellos fueron líderes y no héroes, pero, si seguimos el análisis que hace Aubague del texto de Fernando Contreras, encontramos algo interesante: en el artículo todo se plantea como historia, sin bifurcaciones entre el mito y aquella, entre la epopeya y los acontecimientos verdaderos, entre el pasado y el presente, justamente porque se trata de estrategia y utopía, a saber, un todo discursivo que deviene acción política. 

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