“Escribir sirve para exorcizar los demonios”, es un lugar común de la escritura creativa y la producción de contenido académico. Nada más falso, en realidad, creo yo, escribir implica abrir las fauces y tragar todo lo que la lectura no pudo ofrecer. Es decir, escribiendo uno termina de merendarse las migas de pequeños demonios que quedaron por fuera del plato fuerte.