viernes, 30 de octubre de 2020

"La fábrica del emprendedor. Trabajo y política en la empresa-mundo" de Jorge Moruno

 

Honestamente, a veces quisiera ser amigo de los famosos, de esos que publican libros y aparecen en televisión en programas descafeinados. Al principio me decepcionaban cuando los miraba discutir con cretinos e ignorantes en cadena nacional, pero poco a poco fui entendiendo que ellos tenían que estar ahí, porque conciben la política como un escenario de combate donde se sobrevive o se muere. ¡No pueden dar concesiones, tienen que aparecer! Jorge Moruno (Madrid, 1982) es uno de ellos, que igual se planta con seguridad frente a unos trajeados políticos cabrones de derecha, y sin más se cuela a un bar de barrio madrileño y desde un escenario improvisado habla del precariado, del 15M, de PODEMOS y de América Latina. Ah, no duda en citar a Marx en público y criticar los marxismos que se niegan entender que las esquinas del cuadrilátero de boxeo también son para curarse las heridas y volver “a por todas” en el siguiente asalto. Pero lo dicho, no es mi amigo, así que le sigo la pista pensando en que tarde o temprano discutiremos con dos rondas de chelas en algún lugar del planeta ("que el precariado se haga visible"): En Madrid, en Bogotá o en la ciudad más bonita del mundo: la CDMX.

lunes, 26 de octubre de 2020

“La fragilidad del campamento. Un ensayo sobre el papel de la tolerancia” de L. M. Oliveira

La tolerancia tiene que ver con las acciones, es decir, con la ética, lo que implica el juicio sobre la praxis vertida en la moral.

La idea por su puesto que no es mía, le pertenece a un buen amigo que escribió un libro sobre ética y política para los tiempos violentos que hemos estado viviendo en los últimos años (en breve compartiré mis apuntes de lectura al respecto). Y si lo comento aquí es porque coincide (mínimamente) con los planteamientos de L. M. Oliveira (Ciudad de México) en “La fragilidad del campamento. Un ensayo sobre el papel de la tolerancia” (Almadía, 2013). Son los tolerantes, dice el autor, los propensos, y quizá los únicos con el derecho, a ejercer la intolerancia, incluso usando la fuerza si ésta es necesaria y legítima. En este sentido, y tratando de desenredar la complicada (que no por eso compleja) hipótesis del también profesor de la UNAM, el papel de la tolerancia está frente a los que habitan la barbarie: así que viene bien ser intolerantes con los carentes de empatía, ante los que se mueven psíquica y emocionalmente en el “yo-ellos”. Los otros, reflexiona, son objetos que bien pueden ser víctimas de los bárbaros.
La conclusión es buena, nada qué discutirle, pero desafortunadamente el profesor Oliveira, digo y yo ―¿y quién soy yo para decirlo?― no deriva esto de lo que propuso como premisas y argumentario.

lunes, 19 de octubre de 2020

"El rechazo de trabajo. Teoría y práctica de la resistencia a trabajo" de David Frayne

Anoche mantuve una conversación con un amigo sobre la resistencia al trabajo y estuvimos de acuerdo en un punto: si es por trabajar, como especie humana estamos puesto a ello. Quiero decir que no tenemos ningún problema en entender que eventualmente nos ajustaremos a los engranes de la sociedad capitalista que nos cupo en suerte. Sabemos que nos toca producir, y también sabemos que no siempre seremos los más beneficiados en este proceso. Pero en todo caso ahí estamos, listos para meterle mano a la naturaleza y transformar el mundo. Entonces, si esto es así, aquello de rechazar el trabajo tiene que ver más con los mecanismos de sujeción y de vapuleo hacia nuestro cuerpo y nuestro psiquismo, pero nada más falso que creernos ociosos y parias que prefieren estar tirados en casa sin hacer nada. Vamos, que sí los hay que viven de ese modo, pero no es el caso de lo que resulte ser la estructura, es lo que quiero decir.

viernes, 16 de octubre de 2020

“En los límites de lo posible. Política, cultura y capitalismo afectivo” de Alberto Santamaría

En un coloquio de posgrado donde me tocaba presentar los avances de mi investigación, un profesor me lanzó una pregunta interesante: “¿hasta dónde puedes estirar un concepto sin que éste, en cierto momento, parezca que se ha vuelto frágil en los análisis que hagas con él?”. El tipo sabía que me había metido en un aprieto y parecía disfrutarlo, sobre todo porque en diferentes momentos de su clase donde yo era un simple alumno, le intenté mostrar que los conceptos se agotaban en su significado y en su temporalidad, es decir, semántica e históricamente. No obstante, sostenía yo, hay un elemento lógico que le permite llegar más lejos, es decir, que no por viejo es caduco, más bien robusto. El tipo de barbas y lentes a lo Lennon nunca estuvo de acuerdo conmigo, y eso en cierta forma lo agradecí, porque durante buena parte de sus clases manteníamos un diálogo que cuando yo sentía que comenzaba a calentarse decidía darle la razón. Pero ahí, frente a la cohorte del programa de posgrado me sentía acorralado, sin saber qué decirle.

viernes, 9 de octubre de 2020

“No tengo tiempo. Geografías de la precariedad” de Jorge Moruno Danzi

Unos le llaman capitalismo canalla, otros, capitalismo tardío, a mí me basta con decirle capitalismo cabrón. Y ya me explico.

Los aeropuertos son territorios que lo convocan a uno a pensar el lugar que ocupa en el mundo, más aún cuando se sabe que casi todos los aeropuertos se parecen entre sí. Por ejemplo, las salas de abordar, esos espacios abiertos donde nadie conoce a nadie; claro, uno a veces pide algún tipo de información a los empleados, o, tras una compra, agradece al encargado del quiosco de chatarras. Pero hasta ahí. Tal vez conversa con su compañero de fila, pregunta la hora o se quita una duda sobre el tipo de cubrebocas autorizado para subirse al avión. Se trata pues de monólogos que definen desde el principio una distancia con lo desconocido.