lunes, 22 de abril de 2019

Reseña de "La psicologización y sus vicisitudes" de Jan De Vos


A la psicología, en su afán por mantenerse en pie en la academia, no le queda más que pedagogizar. Es decir, enseña y así ronda los bares, las iglesias, los hospitales, las oficinas y los pequeños apartamentos de las grandes ciudades. A los sitios donde no puede llegar con su ejército de psicólogos, pues usa la televisión y las redes sociales para hacer lo mismo: la psicologización del sujeto —ay, qué acabo de decir—. No se sabe cómo ni cuándo comenzó a suceder, pero de una u otra manera hoy “todo es psicológico”. Este es el discurso del homo psychologicus, dejando atrás al homo sapiens.

El sujeto sufre una segunda reducción: ahora es su cerebro la máxima representación. Las neurociencias establecen modelos teóricos que explican y comprueban sus afirmaciones, de tal forma que no hay por qué dudar en lo dicho. Las transdisciplinas hacen lo suyo: surge el discurso neuropsiExisten bases biológicas en los patrones de comportamientos de los seres humanos y pueden ser estudiados de manera aislada —ay, no podía faltar un poco de cartesianismo—.

Hay una tercera metamorfosis que no puede prescindir de la psicologización y la neurologización. Se trata de la digitalización del sujeto. La realidad que las personas habitan es la virtualidad y desde ella existen —están en tanto interactúan con el #YoSoy cuando otros también son lo mismo—. Y con esto no es que se haya dejado atrás las otras dos metamorfosis, más bien se han entramado y han construido una sola analítica que complejiza el estudio del sujeto en sus dinámicas sociales. 

Estos son los tres problemas que plantea Jan De Vos, un psicólogo y psicoanalista belga, en su reciente ensayo La psicologización y sus vicisitudes (Paradiso Editores, 2019). El autor discute al “hombre del siglo xxi”, donde su pasado se diluye en los procesos inconscientes de su presente. Es decir, siempre es más que él mismo por donde se le vea. En todo caso, parece que ya no hay alternativa, nos toca reconocernos —y reconocer a ese famoso “otro”— como alguien a la vez psicologizado, neurologizado y digitalizado, y en este triángulo discursivo divaga y se encuentra —esto último en el mejor de los casos—.

Cuenta con un prólogo, quizá con un exceso de extensión, del profesor mexicano David Pavón-Cuellar —¿por qué ese guion entre los apellidos?—, y no por eso carece de un gran valor introductorio a la obra del belga. Entre varias ideas de esta guisa de prolegómeno, hay una que trasciende con un marxismo innegable —quizá un poco ortodoxo que no radical, y no por eso… ya saben—: reducir al sujeto al cerebro es desubjetivarlo y con esto despolitizarlo, esto en tanto el cerebro no piensa, no tiene libre albedrío, no se mete en problemas, no la embarra y mucho menos corrige. En este sentido, el prólogo ofrece más una perspectiva personal de quien lo escribió que una advertencia de lo que el autor dirá posteriormente. Porque con Jan De Vos lo que sobra es crítica, pero metodológicamente se centra en un análisis del tema que le ocupa y sólo al final hay una sentencia, una conclusión; con el prologuista hay una pluma que a ratos adelanta la opinión, rosa los argumentos y por fin llega a buen puerto con los argumentos del parlamento. No es mala idea. ¡Pero se tenía que decir y se dijo! 

En última instancia, el prologuista adelanta lo que el autor hace en la última parte de su libro: una propuesta psico-política del sujeto del hombre del siglo xxi. En la que Slavoj Zizek, Jaques Lacan, Carl Marx y Sigmund Freud aparecen uno atrás del otro, con ese respaldo que se necesita de quien confía en que lo dicho por estos autores no sólo guarda un gran sentido lógico, sino que además son tan vigentes y pertinentes en su conjunto.

Por último, mi lectura de La psicologización y sus vicisitudes estuvo guiada por una idea que creí transversal desde las primeras páginas —no incluye el prólogo—: el marxismo y el psicoanálisis son, en todas las formas posibles, un par de antipsicologías. Es una idea que plantea el autor y que toma fuerza cuando la implementa en el entramado de las tres metamorfosis; es decir, lo que explica estas tres transformaciones no es el paso del tiempo, más bien lo contingente de la vida cotidiana del sujeto. No es su psicología ni su cerebro evolucionado, es la psicologización y la neurologización lo que lo hacen desubjetivado. Quizá también tenga que decir que me esperaba que Jan De Vos discutiera el tema del tiempo, pero en cambio decidió profundizar en lo que parece ser su campo favorito: la virtualización como una manera de “estar” del sujeto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario