domingo, 14 de abril de 2019

Reseña de "El visitante" de Stephen King"


Se trata de la novela El visitante (Plaza & Janés, 2019), la más reciente de Stephen King (Portlan, 1947), y la primera de él que me atrevo a leer. Va de un asesinato en un pueblo pequeño donde uno entra a un restaurante y el camarero sabe los nombres, gustos e historia de vida de cada comensal. La víctima es un niño que fue asesinado de manera aterradora: sodomizado y empalado. Se sospecha del entrenador del equipo infantil de béisbol, un tipo honorable a los ojos de los habitantes de la localidad, que de no ser por la detención en público que llevó a cabo la policía local nadie lo hubiera creído.

Las pruebas y los testigos señalan que estuvo ahí, pero la coartada —con pruebas y testimonios— de Terry Maitland, el asesino, indican que ese mismo día y a esa misma hora estuvo en otro lugar. Ralph Anderson, un experimentado inspector de policía, es quien dio con las pruebas que incriminaban al asesino, pero también encontró las que lo hacían ver como inocente. ¡Vaya situación! La decisión de capturar al asesino a mitad de un partido de béisbol y con el estadio casi lleno lo hizo pensar que había cometido el error más grave de toda su carrera: en las escaleras del juzgado alguien mató de un balazo en la cabeza al asesino que por esos momentos también ya era inocente.

Justo con un equipo de investigadores —describir los perfiles de cada integrante es joderles la novela—, el inspector Paterson intenta entender de qué va eso de que una persona pueda estar en dos lugares al mismo tiempo. El defensor del acusado dijo algo fabuloso: “soy abogado, puedo creer cualquier cosa”. Pues bien, lo que sigue es un paso difícil para cualquiera que se jacte de utilizar la razón y le dé por dudar que al baño uno además va a llorar: El visitante raya en lo sobrenatural, lo cual le da un giro al sentido realista que lleva la novela en la pluma de Stephen King, que inicia con la investigación pragmática —¡thriller tenía que ser¡— y de pronto se ve en la necesidad de ir por explicaciones más allá de los límites de la lógica, sólo así puede dar con la “cosa” el “ente” el “coco” o como mejor se acomode en la explicación.

¿El final? Nada extraordinario. ¡Cómo decirlo! La trama se percibe espectacular, pero de pronto ya no hay manera de acabar con ella sin que pierda su lógica interna. El maestro del terror, como lo llaman sus seguidores, no tiene más opciones que acudir a lo increíble y rebuscado —¡pero qué estoy diciendo!— para que las últimas páginas sean más o menos dignas que el principio. Sin eufemismos: el final es una cagada.  

Lo he dicho arriba, es el primer libro que leo de Stephen King y sin duda me seguiré con otros tantos que están en la lista, sin embargo, creo que le daré prioridad a sus obras más representativas; esas que ya sabemos casi todos: las que causan miedo y que a medianoche te harán arrepentirte de haber comenzado las primeras páginas. Eso me han dicho mis amigos que lo han leído, aseguran que los libros de este caballero te quitarán el sueño. No obstante, diré que El visitante me ha decepcionado un poco, porque no he encontrado nada que no haya leído en El psicoanalista de John Katzenbach, por ejemplo —me supo a agujero de gusano borroso—.

El libro tiene una lectura rápida, con un ritmo de cumbia que hace que uno coja el paso y termine dando vueltas de rocanrol. Así que si ven un tocho de más de quinientas páginas, no se preocupen, en la primera leída se van a tumbar las primeras cien sin notarlo. Eso sí, recomiendo no leerla por la noche, ¿porque si García Márquez los hizo llorar y Cohelo les dio esperanzas — falsas—, por qué Stephen King no habría de darles pavor?

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