miércoles, 26 de febrero de 2020

Apuntes de lectura "Alguien camina sobre tu tumba" de Mariana Enríquez


Mariana Enriquez nació en Buenos Aires, Argentina en 1973. Es periodista y escritora y los que saben dicen que hace parte de la cohorte “nueva narrativa argentina”. Esto último no me lo creo mucho, quizá por ahora nos pueda bastar con que haya escritores jóvenes que escriben muy bien, pero de ahí a que formen una “nueva narrativa” me da un poco de escalofríos. Sus obras van de la novela, el reportaje, el ensayo y el terror. Yo he leído “Alguien camina sobre tu tumba” (Antílope, 2019) en una edición especial para México. Se publicó originalmente en 2014 y al parecer tuvo un gran impacto que desde entonces la han versionado para distintos países, y es que realmente el libro es muy entretenido, pues la autora visita las últimas moradas y escribe una crónica por ocasión; unas mejores que otras, pero en conjunto logra transmitir las necesidades, extrañas a veces, que los seres humanos tenemos con el asunto de la muerte y los muertos.

Se dice de Mariana Enriquez que es una coleccionista de cementerios, o sea que le gusta visitar panteones en diferentes partes del mundo, y cuando uno lee “Alguien camina…” se dará cuenta que esta señora de más de cuarenta años ha andado sobre una buena cantidad de muertos. En resumen, el mundo tiene menos vivos de los que ya se murieron.

De este libro tengo un par de anécdotas que quiero compartirles. La una fue cuando recién regresé de Colombia para estudiar el doctorado aquí en cdmx, sucedió exactamente en una plaza comercial cercana a la Biblioteca Vasconcelos. Buscaba dos cosas, un sitio para comer y beber un par de cervezas, y un libro con el que pensaba inaugurar mi llegada a la ciudad que lo tiene todo, pero de pronto a uno lo deja sin nada ni nadie. Entré a la librería Porrúa y ahí estaba como una novedad de temporada, el mes de los muertos estaba todavía lejos, era mitad de año. Lo cogí y me dispuse a pagar, pero no encontraba el precio en la parte de atrás, así que le pregunté a un tipo engominado despachando desde una computadora. “Está un poco caro” me dijo tras preguntarle el precio. “¿Tú podrías comprarlo?” le cuestioné con un dejo de molestia “digo, ¿a ti te alcanzaría?” agregué y él imitó mis facciones. Me salí de ahí sin libro y con ganas de cuatro cervezas y un caldo tlalpeño.

Para la segunda anécdota ya era el mes de muertos. Andaba por el Centro Histórico de esta rompedora ciudad y me sentía más solo que la madre que parió al inocente. Entre los seminarios, los ensayos y los cretinos, no hallaba una esquina para recuperarme del asalto. El caso es que entré a la librería El Sótano y ahí estaba, con las flores de muertos, con calaveras y perritos del inframundo. Un chico se me acercó para preguntarme si podía ayudarme, le pregunté por Margarita, mi librera. “No vino” me dijo, pero a la distancia vi la silueta de Margarita. No me sentí bien con la escena y decidí salir huyendo de ese sitio.

En fin, lo que quiero decir es que Mariana Enriquez ha sido una autora que hasta ahora no había podido leer, que me interesaba lo que decían de ella en las redes, que en las entrevistas me parecía sexy y caliente ─sí, sexy y caliente─, que tarde o temprano la voy a conocer y le diré que “Alguien camina sobre tu tumba” me ha hecho pensar en que uno está en medio de tanta gente y aún así no logra escaparse de ese éter de soledad. Mariana me va a entender, estoy seguro de eso.

Son más de quince crónicas, una guisa de introducción y un epílogo. La pluma es modesta y el mensaje es claro: así lo vi, así lo cuento. O sea, todo ahí es personal. Pero diré algo que quizá resulta universal: las pasiones, las manías, las filias y las fobias, comienzan con un acontecimiento. Una vez me dijo un amigo que uno viaja y siempre se trata por amor, ir en busca de uno, o porque perdió uno, o porque trae el corazón roto y lo único que quiere es entregarse a la inquietud (romper la quietud). Pues así con Mariana Enriquez, resulta que un roto corazón la empujó a recorrer todos los cementerios del mundo, todos los que pueda. ¿Se trata de un amor muerto que busca ser revivido? Honestamente, y lamento que por ahora Mariana no me lea, no me creo que se deba a la asociación de la escena del crimen con las muertes que nos rondan.

Mi ejemplar lo compré en 250 pesos mexicanos, tiene 268 páginas y la edición hace extraordinaria la experiencia lectora. ¿Saben? Quizá les interese saber que construí una banda sonora para cada anécdota, y no se crean que va de “La llorona” y esas cosas mexicanas. No, “esto” pensé, “tiene que ser algo universal”. Y tenía que ser así, porque Mariana Enriquez igual narra cosas que sucedieron en Cuba, Argentina, Australia o en Estados Unidos. Así que armé mi lista de canciones con blues, country, rancheras, zambas, rock, folk, otras. Sugiero que lo hagan, es algo que he ido descubriendo.

Sucede que para mí la lectura de crónicas, novelas y cuentos hacen parte de un plan lector, muy ajeno a mis textos teóricos del doctorado. Y con este libro hermoso abro enero, el de febrero va un poco de lo mismo, de esa necesidad con nuestros muertos. ¿Cómo dice el dicho? Uno es de donde tiene enterrado a sus muertos, y ahí regresa tarde o temprano. Quizá, y lo digo con cariño, Mariana no ha encontrado a los suyos.

¡No se mueran nunca!

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