Mariana Enriquez nació en Buenos
Aires, Argentina en 1973. Es periodista y escritora y los que saben dicen que
hace parte de la cohorte “nueva narrativa argentina”. Esto último no me lo creo
mucho, quizá por ahora nos pueda bastar con que haya escritores jóvenes que
escriben muy bien, pero de ahí a que formen una “nueva narrativa” me da un poco
de escalofríos. Sus obras van de la novela, el reportaje, el ensayo y el
terror. Yo he leído “Alguien camina sobre tu tumba” (Antílope, 2019) en una
edición especial para México. Se publicó originalmente en 2014 y al parecer
tuvo un gran impacto que desde entonces la han versionado para distintos
países, y es que realmente el libro es muy entretenido, pues la autora visita
las últimas moradas y escribe una crónica por ocasión; unas mejores que otras,
pero en conjunto logra transmitir las necesidades, extrañas a veces, que los
seres humanos tenemos con el asunto de la muerte y los muertos.
Se dice de Mariana Enriquez que es
una coleccionista de cementerios, o sea que le gusta visitar panteones en
diferentes partes del mundo, y cuando uno lee “Alguien camina…” se dará cuenta
que esta señora de más de cuarenta años ha andado sobre una buena cantidad de
muertos. En resumen, el mundo tiene menos vivos de los que ya se murieron.
De este libro tengo un par de
anécdotas que quiero compartirles. La una fue cuando recién regresé de Colombia
para estudiar el doctorado aquí en cdmx, sucedió exactamente en una plaza
comercial cercana a la Biblioteca Vasconcelos. Buscaba dos cosas, un sitio para
comer y beber un par de cervezas, y un libro con el que pensaba inaugurar mi
llegada a la ciudad que lo tiene todo, pero de pronto a uno lo deja sin nada ni
nadie. Entré a la librería Porrúa y ahí estaba como una novedad de temporada,
el mes de los muertos estaba todavía lejos, era mitad de año. Lo cogí y me
dispuse a pagar, pero no encontraba el precio en la parte de atrás, así que le
pregunté a un tipo engominado despachando desde una computadora. “Está un poco
caro” me dijo tras preguntarle el precio. “¿Tú podrías comprarlo?” le cuestioné
con un dejo de molestia “digo, ¿a ti te alcanzaría?” agregué y él imitó mis
facciones. Me salí de ahí sin libro y con ganas de cuatro cervezas y un caldo
tlalpeño.
Para la segunda anécdota ya era el
mes de muertos. Andaba por el Centro Histórico de esta rompedora ciudad y me
sentía más solo que la madre que parió al inocente. Entre los seminarios, los
ensayos y los cretinos, no hallaba una esquina para recuperarme del asalto. El
caso es que entré a la librería El Sótano y ahí estaba, con las flores de
muertos, con calaveras y perritos del inframundo. Un chico se me acercó para
preguntarme si podía ayudarme, le pregunté por Margarita, mi librera. “No vino”
me dijo, pero a la distancia vi la silueta de Margarita. No me sentí bien con
la escena y decidí salir huyendo de ese sitio.
En fin, lo que quiero decir es que
Mariana Enriquez ha sido una autora que hasta ahora no había podido leer, que
me interesaba lo que decían de ella en las redes, que en las entrevistas me
parecía sexy y caliente ─sí, sexy y caliente─, que tarde o temprano la voy a
conocer y le diré que “Alguien camina sobre tu tumba” me ha hecho pensar en que
uno está en medio de tanta gente y aún así no logra escaparse de ese éter de
soledad. Mariana me va a entender, estoy seguro de eso.
Son más de quince crónicas, una guisa
de introducción y un epílogo. La pluma es modesta y el mensaje es claro: así lo
vi, así lo cuento. O sea, todo ahí es personal. Pero diré algo que quizá
resulta universal: las pasiones, las manías, las filias y las fobias, comienzan
con un acontecimiento. Una vez me dijo un amigo que uno viaja y siempre se
trata por amor, ir en busca de uno, o porque perdió uno, o porque trae el
corazón roto y lo único que quiere es entregarse a la inquietud (romper la
quietud). Pues así con Mariana Enriquez, resulta que un roto corazón la empujó
a recorrer todos los cementerios del mundo, todos los que pueda. ¿Se trata de
un amor muerto que busca ser revivido? Honestamente, y lamento que por ahora Mariana
no me lea, no me creo que se deba a la asociación de la escena del crimen con
las muertes que nos rondan.
Mi ejemplar lo compré en 250 pesos
mexicanos, tiene 268 páginas y la edición hace extraordinaria la experiencia
lectora. ¿Saben? Quizá les interese saber que construí una banda sonora para
cada anécdota, y no se crean que va de “La llorona” y esas cosas mexicanas. No,
“esto” pensé, “tiene que ser algo universal”. Y tenía que ser así, porque
Mariana Enriquez igual narra cosas que sucedieron en Cuba, Argentina, Australia
o en Estados Unidos. Así que armé mi lista de canciones con blues, country,
rancheras, zambas, rock, folk, otras. Sugiero que lo hagan, es algo que he ido
descubriendo.
Sucede que para mí la lectura de
crónicas, novelas y cuentos hacen parte de un plan lector, muy ajeno a mis
textos teóricos del doctorado. Y con este libro hermoso abro enero, el de
febrero va un poco de lo mismo, de esa necesidad con nuestros muertos. ¿Cómo
dice el dicho? Uno es de donde tiene enterrado a sus muertos, y ahí regresa
tarde o temprano. Quizá, y lo digo con cariño, Mariana no ha encontrado a los
suyos.
¡No se
mueran nunca!
No hay comentarios:
Publicar un comentario