La pregunta que ahora mismo me aqueja es la siguiente: ¿Cómo se hace uno marxista? Algunas certezas conservo al respecto: leyendo “El capital”, de principio a fin y comentarlo en corro y con cigarros con quienes han hecho lo mismo, si hay ahínco y cierta fruición, según me cuentan, los resultados suelen ser potentes y en varios sentidos prácticos; luego seguir leyendo, pero ahora a los comentaristas, es decir, navegar en el extenso mar de los marxismos, pillar al que mejor se explica o al que mejor entendemos, seguirlo línea por línea y volver al tocho de Karl Marx una y otra vez. Así, digo yo, o quizá se me ocurre, uno se hace marxista. He escuchado que hay otras formas, menos ortodoxas, y consiste en poner en práctica las ideas que algún sabio profesor de filosofía comenta en una asamblea y a los que le escuchan les hace mucho sentido, pero eso, sospecho, ya no es puro, más bien derivativo y quizá de marxista eso tiene muy poco. En fin, habría que ver, más bien, la clase de marxista que se quiere llegar a ser.