domingo, 21 de enero de 2018

"La rebelión de las audiencias" de Jenaro Villamil


Margarita, mi fabulosa y querida librera, me recibió con una sonrisa de oreja a oreja en la Librería El Sótano de Avenida Juárez. Lo primero que me dijo fue que en todo el tiempo que no fui a visitarla estuvo muy preocupada por mí, esto por el terremoto de septiembre del año pasado. Lamentaba lo que había sucedido en Juchitán. Te vez muy cansado, me dijo, te vi por internet y me dio mucho gusto saber que estabas apoyando a tu pueblo, agregó y me dio un abrazo. Margarita es tan linda e irremplazable.
Le dije que quería leer el más reciente libro de Jenaro Villamil. Sin buscar el título en la computadora se fue directamente donde ella sabía que estaba. Me lo entregó y me dijo que se estaba vendiendo mucho y yo le creí –quién soy yo para poner en duda las palabras de mi librera–.
Jenaro Villamil es un periodista que sigo por Facebook, además de leer semana con semana sus palabras en la revista Proceso. Me gusta lo que dice, cómo lo dice, además de su seguridad en cada argumento. Sus trasmisiones en vivo me han ayudado a comprender cómo se menea la paleta del mole político mexicano; aunque debo decir que sus cavilaciones internacionales no carecen de valor para mí –hay que decirlo, cómo no–.
Se llama “La rebelión de las audiencias” su libro y me ha fascinado. Hace un recorrido histórico que por momentos presume de genealógico, alcanzando el nivel descriptivo y crítico en cada tema abordado desde el principio hasta el final: alcanza el fenómeno Netflix. La rebelión de las audiencias se venía anunciando, advierte Villamil, y gran parte de la responsabilidad estuvo en manos de los que creyeron que su poder y hegemonía en los medios de comunicación –¿quizá haya que decir medios de conexión?– nunca se vendría abajo. Ya es muy tarde para corregir, ahora son ellos –Televisa, Tv Azteca y otros etcéteras– los que se acomodan, los que buscan cómo conectarse con nosotros… pero ya es muy tarde. Ahora somos nosotros, la audiencia rebelada, los que los elegimos a ellos, o bien simplemente los soslayamos. ¡Se jodieron, maricas!
Además, me cae bien Jenaro Villamil, se me hace un buen tipo. Yo digo que una persona que escribe como él no puede ser una mala persona, así que recomiendo mucho “La rebelión de las audiencias”; si no lo pueden comprar, ¡anda ya!, les presto el mío y no se diga más. Mientras tanto iré a ver “Vikingos”, una serie que, según dicen, está de putamadre y me tendrá atrapado hasta los codos.

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